Walter "Indio" Olivera 

El Indio Olivera es uno de los jugadores fundamentales que hicieron al Club lo grande que es hoy. Más que un zaguero, fue un ídolo que llegó de “La Palmita”, su primer club, a Tokio para ganar la Copa  Intercontinental. Un fútbol lleno de corazón, garra y de amor por una única camiseta, hicieron de este gran jugador un referente del plantel, del Club, del fútbol uruguayo y de esa hermosa y gran hinchada que es la de Peñarol.

¿Donde nació el Indio Olivera?
El Indio Olivera nació en la ruta 11 y 8, Paraje “La Palmita”, a diez kilómetros de Atlántida. Ahí viví hasta los cuatro años, después me mude al Paraje “Sosa Díaz”, luego estuve en Pando y ahora hace 30 años que estoy en Salinas.

¿Te criaste en Sosa Díaz?
Si, ahí en el campo, donde hice la escuela, una linda niñez y muy sana.

¿La familia?
Una familia chica. Mi padre, mi madre y yo. También se criaron dos primos en casa, que para mi son hermanos.

¿Tu padre a qué se dedicaba?
Era un trabajador de la tierra, de la chacra donde yo trabaje también mucho tiempo, hasta que a los 17 años me fui a jugar al fútbol.

De niño me imagino que entre trabajo y trabajo te hacías un tiempo para correr atrás de la pelota?
Era lo único que hacía, trabajar, ir a la escuela, porque me tocaba estudiar, y después jugar al fútbol. La pelota en mi casa nunca faltó, porque fuimos siempre una familia muy futbolera y, como tal, mi gran ilusión era jugar en Montevideo y me tocó por suerte Peñarol.

¿Jugabas en algún cuadro o sólo con amigos?
Cuando yo era chico no existía el baby fútbol, jugábamos entre nosotros. A partir de los 15 y hasta los 17, que me fui para Peñarol, jugué en “La Palmita” un equipo de la liga regional de Soca que lamentablemente ya no existe, pero fue mi comienzo, ahí me vieron de Peñarol y me llevaron.

¿Siempre zaguero?
No, jugué ahí en "La Palmita" alrededor de un año y medio, más o menos, de centrodelantero pero las cosas no andaban bien para hacer goles, no era un “9” goleador, entonces un día falto un zaguero y el técnico me pidió, por ser grande y alto si no quería jugar en esa posición, me dijo que toda pelota que pasara por ahí la sacara, y bueno así arranque.

¿Desde chico el fútbol fue una meta para vos o pensaste que ibas a seguir los pasos de tu padre trabajando la tierra?
Ese era el miedo que yo tenia, porque no me gustaba la chacra y lo que quería era el fútbol, mi ilusión era jugar al fútbol en Montevideo, que para mi era muy lejos, era como otro país.

¿La meta era jugar al fútbol o en Peñarol?
Sinceramente, mi meta era Peñarol, pero cualquier equipo que viniera a buscarme yo me iba y después veía como hacía.

¿Cómo fue tu llegada al Club?
Yo conocía a un golero de Parque del Plata que estaba jugando en Peñarol, Sergio Blanco, gracias a él se enteró de mí el “Gaucho” Moreira, que se dedicaba a traer jugadores a las inferiores, y me vino a ver. Bueno por suerte ese partido lo jugué muy bien y quedé en Peñarol.

Cuando llegué al Club me fui con mi padre para Montevideo y ahí me dejaron cinco días en una pensión de la calle Ejido, que tenía Peñarol, entrené desde el martes hasta el fin de semana y después me quise ir para mi casa y no volver más, porque no me gustaba Montevideo, me sentía incomodo. Al martes siguiente llega el Gaucho Moreira, en un taxi desde Montevideo, a buscarme porque me querían sí o sí para el domingo siguiente jugar un clásico. Entonces me hicieron un contrato, pidieron el pase de La Palmita para Peñarol y arranque. Eso sí, viajaba todos los días, no me quedaba en Montevideo.

¿Debutaste en un clásico?
Sí, salimos 1 a 1 y yo jugué de lateral derecho porque faltaba justo ese jugador.

¿Y tú primer partido en primera?                                                                                                                     
Fue por el año 1972, la primera de Peñarol estaba de gira por Europa, una gira muy larga que se hizo ese año. Acá en Uruguay quedó la tercera y se formó un equipo para reforzar a los jugadores que se habían quedado del primer equipo y jugar el inicio del campeonato contra Cerro, ahí si jugué de zaguero central, por desgracia perdimos 1 a 0, pero fue un partido muy disputado.

¿Cuántos años jugaste en el Club?
Desde 1969 hasta 1983, estamos hablando de 14 años seguidos.

Cuando hablamos del Indio Olivera pensamos en un referente del equipo, del club y del hincha, pero algún día empezaste y eras ca@ ÚSí, fue algo maravilloso llegar a la primera de Peñarol siendo un niño y hacer pareja de zaguero con Roberto Matosas, estaban también el Lito Silva y Luís Varela, recibí mucho apoyo de ellos y me sirvió mucho. Después llegó Garisto. Toda gente esta, y muchas otras, que llevo en el corazón porque me enseñaron a seguir la línea de Peñarol, que es lo que está faltando ahora, un poco. Después, con los años, me tocó a mi cumplir ese rol de referente.

En ese primer partido contra Cerro, ¿pensaste que ibas a llegar a Tokio para ganar la copa del mundo?
Sinceramente cuando llegué a practicar a Peñarol no pensaba nada más, pensaba en estar ahí, pensaba en jugar en el Club, ya estaba completamente satisfecho, era mi sueño, esa es la diferencia con el fútbol actual, yo siempre hablaba con compañeros míos como Saralegui, Bossio y muchos más, que no nos queríamos ir nunca de Peñarol, hoy lo único que quieren es irse. Nosotros jugábamos lesionados, con grandes dolores para no perder el puesto, hoy día si jugas o no es lo mismo porque siempre pueden venderte.

Háblame del año 1982.
Y no quedó nada para ganar. Todo campeonato que salió, Peñarol lo ganó, pero no era por un jugador o dos, no, se había armado un grupo muy bueno desde los jugadores, los técnicos, los dirigentes encabezados por Cataldi, que se propuso hacer un buen equipo y lo hizo realmente.

Ese momento en que Morena hace el gol frente al Cobreloa, ¿Qué es lo que se siente?
Mirá, nosotros estábamos viviendo momentos muy buenos pero muy presionados, hacía mucho que Peñarol no ganaba una copa y hacía mucho que no llegábamos tan cerca, pero teníamos un buen equipo y habíamos jugado contra los mejores de América, no eran equipitos cualquiera que no se conocían, pasaron por Peñarol equipos como River Argentino, Defensor de acá, San Pablo, Gremio y Flamengo.

Cuando empatamos acá el primer partido fuimos a jugar allá a Chile pensando que no era una cosa muy fácil ganar, pero, por lo menos, queríamos un empate para ir a jugar en Buenos Aires. Esa era la idea de todos pero, realmente, yo no iba a poder jugar un tercer partido, estaba con un tobillo impresionante de la inflamación y el dolor que tenía, pero bueno jugué ese partido vendado al máximo, lo cual me aguanto un rato pero al final ya estaba que no podía ni caminar. Cuando Fernando (Morena) hace el gol, es una alegría tan grande, no sólo por haber ganado ese partido, sino que yo no iba a poder estar en la última final.

Además la alegría y la sorpresa deben venir del lado de que ustedes ya resignados esperarían el pitazo final.
Si, hasta ellos estaban pensando en un tercer partido, atacaban pero mayormente se resguardaban. Y en esa última pelota entre Venancio (Ramos) y Fernando (Morena) llegaron al fondo.

La emoción es inexplicable en ese momento y debe ser un sentimiento único e inigualable, a pesar de esto ¿hubieses preferido hacer uno a los diez y otro a los veinte y estar tranquilo todo el partido?
Ni que hablar, uno a veces dice; es mejor ganar 1 a 0 y en la hora, pero eso uno a veces lo dice de la boca para afuera, si es un partido por el asado si, mejor ganarlo en la hora para embromar a los amigos, pero siendo tan importante, donde se habían creado unas ganas en la hinchada, en la gente que quería un campeonato después de 16 años, lo mejor era ganar por varios goles pero no se podía, el otro equipo era muy bueno también


¿Como fue ese vestuario?
Miraá, en el vestuario no se pudo festejar porque se llenó tanto de gente que había ido para el partido, que no pudimos festejar nada. Recién pudimos festejar cuando llegamos a Montevideo. Se hizo una caravana enorme que nos acompaño por todos lados, yo no había vivido algo así nunca, ver la alegría que tenía la gente fue algo muy lindo.


Después vino Tokio, ¿sentían que se comían el Mundo?
No, no porque aquel era un plantel muy tranquilo, estaba bien parado. Además, después de la Libertadores, sentíamos más presión todavía. Cuando llegamos jugamos con Wanderers, empatamos y a la gente no le gusto nada se sentían gritos desde afuera, querían que ganáramos todo, imaginate la presión. Eso sirvió mucho para los jóvenes porque aprendieron que el único resultado posible, lo único que le importa a la gente es ganar, si jugas lindo o no, no importa, tenes que ganar.

Cuando fuimos a jugar a Tokio fue impresionante, jugamos muy bien, eran la mayoría muchachos jóvenes que se portaron muy bien, acompañados de nosotros los veteranos.


Aquellas hazañas se miden a nivel internacional porque fueron años de oro en Peñarol ¿La gente lo recuerda como ese gran capitán?
Eso lo hablo siempre con mi hija y mi señora, les digo que yo tengo 55 años y lo único que no ha cambiado en mi es la barba, ya estoy mas gordo, mas viejo y la gente me ve por la calle y me recuerda. A cualquier lugar que vaya,  un restaurante, un supermercado o la feria y no solo acá porque soy vecino, cuando voy a Montevideo también me llevo muchas alegrías. No se si fue por haber estado tanto tiempo, mi persona o mi figura. Además, me gusta porque no solo me conoce la hinchada de Peñarol, me conoce también  la otra hinchada y me hablan con mucho respeto, como yo siempre me dirigí a ellos.


¿Como es la vida del indio hoy?
Mi vida cambioó un poco a partir de dejar de trabajar en el Club. Yo estuve muchos años en inferiores y luego un pequeño período con Garisto. Cuando decidí alejarme fue porque ese último período trabajando con Garisto me hizo muy mal a la salud, habíamos arrancado con todas las ganas pero problemas extra fútbol, con aquella recordada quita de 12 puntos, nos mató anímicamente a nosotros y a los jugadores, no hay plantel que resista.

Y realmente recién ahora, luego de un tiempo, estoy como para empezar a ir al estadio, igualmente lo sigo por tele y siempre se está cerca con el corazón.


¿Como es el indio mirando un partido?
Antes era medio loco, pero ahora lo miro de otra manera, con tranquilidad, desde un lugar de técnico, es decir me fijo en lo que haría yo si estuviese dirigiendo ese partido, por lo menos para ver si al final yo tenía razón o no. Grito los goles, como el  3 a 2 de Nicolás Vigneri contra Bella Vista, en el último minuto.


¿Qué es Peñarol para usted?
Todo, Peñarol fue y será todo. Todavía no te lo mostré pero mi casa se llama “Grape” (gracias Peñarol) porque todo lo que tengo se lo debo al Club, por eso voy a estar agradecido siempre.

 

 
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